domingo, 7 de diciembre de 2008

Brokeback Mountain 1


Este maravilloso film es sin duda nuestra peli de cabecera (junto a un compañerito del foro bisex con quien comenzamos esta reflexión sobre la condición varonil) a la hora de internarnos en el apasionante y dolido mundo de la masculinidad y su influencia sobre nuestro existir concreto como varones no heterosexuales en una sociedad heteropatriarcal que tiene a la masculinidad como forma fundamental de la opresión, y al mismo tiempo como conjunto de roles, estereotipos y parafernalia en la cual se nos entrena desde muy pequeños, y según la cual se espera de nosotros que nos desenvolvamos competitivamente en nuestras relaciones sociales entre nosotros y con las mujeres. Su influencia es tan fuerte y hasta tal punto "naturalizada", que por lo común se tiende a confundir la masculinidad con nuestro existir como varones, es decir con nuestra condicion de tales, de seres humanos vivientes en cuerpos sexuados como machos. Considero que la opresión de género mediante la dicotomía masc/fem es tan fundante de esta sociedad homicida y predadora como la opresión de clase y la opresión política. Esta civilización es al mismo tiempo capitalista, autoritaria y heteropatriarcal, y la opresión de género no es reductible ni se subordina a las otras dimensiones de la opresión. La ideología machista se sustenta en la fuerza bruta como patrón material que rije las relaciones jerárquicas entre los cuerpos, y afecta y empobrece de diferente modo a mujeres y varones de todas las orientaciones sexuales. Este bellísimo film, sin duda una obra de arte considerada erróneamente un "film gay", muestra como el heteropatriarcado arruina las vidas de los hombres que aman a hombres, cómo nos arrincona en los margenes de lo socialmente permitido y cómo descarga toda su violencia sexista (incluso la introyectada en nosotros mismos por el adiestramiento masculino) cuando osamos contradecir la heteronorma, incluso si por otro lado también nos amoldamos parcialmente a sus mandatos. Jack y Ennis, los entrañables amigos-hermanos-amantes de esta historia, no son "gays" sino hombres bisexuales que intentan sobrellevar en paralelo su propia historia de amor andrófilo y su rol como padres de familia. El vínculo con la mujer y la paternidad/maternidad, lejos de ser desplazado por su amor homosexual, es en todo momento un aspecto central en sus vidas. La peli plantea tantos y tan profundos interrogantes que creo que vale la pena un amplio y enriquecedor debate al respecto entre varones hetero, bi y homosexuales, sin desdeñar desde luego el aporte de personas de otra condición sexuada, identidad de género y orientación sexual.

3 comentarios:

antisadomaso dijo...

A los varones, sin excepción, nos han enseñado a vivir para pelear, a odiarnos, aunque nos amemos. Solemos odiar a aquell@s que mas amamos, y abandonarl@s para que no nos abandonen, o herirl@s para que no nos hieran. Es jodido ser varón en esta sociedad, que nos exige ser triunfadores y nos patea en el piso si caemos. Ayer veía Brokeback Mountain, YvanX, y cuando la veas nuevamente y llores otra vez (lloraste viéndola, verdad? los hombres lloramos desconsoladamente, pero siempre a solas, con verguenza) vas a ver que es una ilustración de lo trágico de ser varón, es mucho más que una pelicula sobre la homosexualidad, y menos una "pelicula gay". Nos imponen el vivir a las trompadas, dando puñetazos a los otros, o a nosotros mismos, o a las paredes como Ennis, cuando enloquece de rabia y melancolía ante el inminente abandono del amado. Ante la prohibición de llorar, sangrar es una alternativa ruda que nos permite descargarnos sin ser mariquitas. Hacemos sangrar a otros, por fuera o por dentro, con nuestra agresividad, con ese querer siempre imponernos que nos han enseñado. Nos hacemos sangrar a nosotros mismos cuando somos incapaces de reconocernos vulnerables, falibles, necesitados. Nos ponen una coraza de fortaleza, valentía y fanfarronadas masculinas, una cascara que oculta siempre un niño que solo quiere ser libre y saltar y correr con sus amigos, nadar en el río, andar por ahi, curioseando, sin tanta cacería, seducción y competencia y eficiencia. Nos meten en el molde de ser siempre los que encaramos, los que vamos al frente, los lideres, los guapos y cancheros, y por ahí necesitamos relacionarnos de otra manera pero es nadar contra la corriente, la manada debe ser jerárquica, obedecer al macho dominante. Un machito no debe andar abrazándose mucho con otros, contandose cosas raras como las chicas, expresandose sentimientos, etc. Todos guardamos en el fondo de la coraza recuerdos de aquel mejor amigo que fue maravilloso, que casi podriamos decir que nos hubieramos casado con él y con sus geniales bromas para siempre, que hubiéramos querido tenerlo al lado nuestro para siempre, si no fuera porque eso nos pone en ridículo ante la manada y nos expone a que el Macho Dominante (el de afuera o el que llevamos dentro) nos censure, nos castigue o directamente_como le ocurrió al pobre Jack Twist, el "torcido", el "desviado"_nos elimine, nos saque definitivamente del juego. Ese viejo cuento lo he vivido cuantas veces! Cuantos amores marchitos a causa de la masculinidad mía y la del otro! Es jodido ser varón, hermano eh, o mejor dicho es jodida la masculinidad, puta si no lo es!!! Y tal vez sea el doble de jodida cuando se suman dos masculinidades, y ni te cuento lo que son las trifulcas cuando hay un tercero en danza, te la regalo man!!! Y sin embargo, uno no se resigna a no encontrar nunca ese "ranchito" donde compartir la vida con un super amigo que lo sea todo y que te haga libre al mismo tiempo, porque en medio de todos los quilombos en que nos metemos por nuestra incapacidad de amarnos de frente y sin caretas de ganador, hay algunos chispazos de esperanza de que podemos cambiar, de que podemos sacarnos esas pesadas armaduras de siglos de pesada masculinidad, esos muros de fortaleza impenetrable que nos imponen, vaya uno a saber porqué. Me gustaria que me ayudes a desbaratar eso, si lo pensas vas a ver que algo de razón tengo. Y te lo ejemplifico con esa pelicula porque sos cinéfilo, y eso esta muy bueno. La historia de Ennis y Jack no es solo la historia de ellos dos, es la historia de montones y montones de tipos que amaron a tipos desde que el mundo es mundo, de la gran mayoría de nosotros, es la historia un poco tambien de todos los tipos en relación a otros tipos y la posibilidad de amarlos, mas allá de ser gays, heteros o bi, o lo que sea . Es una historia tristísima y yo creo que vale la pena intentar algo para cambiarla, para hacerla alegre pero alegre en serio, cambiando nosotros desde adentro.
http://es.youtube.com/watch?v=ZORc2M8HXDo&feature=related

antisadomaso dijo...

El film nos muestra una serie de notas que si bien no son "esenciales" al amor entre varones, se dan con tanta frecuencia que en mi vida personal he llegado a creer por momentos que lo eran, y que el amor entre varones está condenado a la tragedia. Estoy en el proceso de cambiar esa desdichada concepción:
Los cowboys se aman intensamente, con desesperación, sobre todo. El abandono es una nube negra siempre inminente, una amenaza constante que además se perfila como inexorable, y que no se retira del todo ni siquiera en los momentos de máxima comunión. El terror al abandono, en este tipo de relaciones, nos lleva a agredirnos, a buscar imponernos por la fuerza con la secreta esperanza de anexar al otro por esta vía. Ante la voz del género que nos advierte acerca de la imposibilidad de salir de nuestro escondite y fundirnos en un abrazo simbiótico indestructible con el otro, reaccionamos con violencia, pues no toleramos nuestra propia vulnerabilidad, e intentamos aprisionar al otro (enlazarlo) o, vaya paradoja, abandonarlo para que repare así en nuestra carencia y no nos abandone, o bien: abandonarlo para que ÉL no nos abandone, para no arriesgarnos a ser los perdedores, es decir exponernos a que sea él quien nos abandone. Preferimos perderlo a perder, a ser los perdedores. "Para que no sea él quien nos abandone"...y así resultemos perdedores. "Hay que ganar" es el lema de todo varón, ganar cosas y ganar personas, ganarLES a todos. Predar. Apoderarse. Apropiarse. Creemos saber que inexorablemente nos abandonará, y por esta fe ciega instalada en nosotros, conjuntamente con la construcción de la coraza, en que todo otro varón es una amenaza, abandonamos a quien tenemos la certeza interior, corroborada por inefables señales de afecto, de que nos haría felices y nos colmaría. Creemos ver en el otro un peligro imposible de afrontar y superar, sólo porque el otro es otro varón, y nos han obligado a pensar y a sentir que un amor de simbiosis o comunión entre 2 varones es una quimera.
En el amor/sexo entre hombres, ambos anhelan tanto estar dentro del otro como contener al otro dentro de sí, y la imposibilidad de realizar esto corporalmente en forma simultánea es fuente de tensión, miedo y violencia, ya que además se nos ha convencido de que la genitalidad es el centro totalizador no solo de nuestra sexualidad, sino también de nuestra identidad y en definitiva de toda nuestra vida.

ulisess dijo...

hola, es cierto que esta película no es "sólo una peli gay"...habla de lo difícil que es ser hombre, amar a otro hombre, vencer la propia homofobia, y ser feliz con esa elección....
decís que has llorado viendo la pelicula... vaya si he llorado... termine hecho un mar de lágrimas... solo, en el cine... pero incluso ahí hasta con verguenza de tanto llanto....
qué difícil salir del cine y volver a casa... volver a cenar con mi mujer y mis hijos....

qué difícil dejar de olvidar esos diálogos... magistrales... increíblemente reales... gran parte de esos diálogos habían salido hacía poco de mi boca... otros habían sido la respuesta de Diego, mi hermano-amante-compinche... el hombre que conquistó mi corazón...
qué difícil entender que uno puede amar con igual intensidad a este hombre como alguna vez amé a mi esposa.... qué difícil dimensionar el antes... el ahora... el después...

cuántos desafíos que presenta el amor entre hombres....y qué difícil es desandar el camino que desde niños nos han marcado como única opción.....

un abrazo,
javier,
rio cuarto